Juan Senda

////////ROMANCE ENGAÑADOR///////

 

ROMANCE Y TRAICIÓN



(La inventiva es igualque la realidad.)

 

¿Por qué has pisado la rosa


desde tu pecho atrevido,


y la divina amapola


del más recóndito hechizo?


 

Tiraste con mi inocencia


bajo el poder de un capricho,    


sembraste tu negra sombra


para enterrar nuestro idilio


y a nuestras sensibles almas


que se vestían de lirio,


y palpitantes amores


que nos brindó el destino.



 

¿Qué hiciste con nuestro amor?


¿Y para qué me has mentido?


Sin haber un mar de fondo


ni olas de vientos fríos,


sólo tu nombre en secreto


que tú jamás me lo has dicho,


y yo sabía quien eras


mismamente ya en principio,


por versos, poemas, palabras


y por tantos hemistiquios,


por tanto querida sombra


mejor sería decirlo,


pero los bosques son nuestros


todos los mares y ríos,


como el caballo del viento


y el susurro del lirismo;


roca inmortal que ilumina


los cielos donde escribimos


mas tu belleza oh, mi sombra,


tiene un torrente prolífero


y la mía tú ya lo sabes;


un romántico perdido.


 

Pues quiero que te recuerdes


lo mucho que nos quisimos,


desde tus manos de niebla,


desde mis ojos de vidrio,


y sabrás que yo te tengo


todavía en mis suspiros,


y todos mis sentimientos


los tengo por ti cautivos.


 


Mi barca quedó sin velas


con los mástiles partidos,


por vientos huracanados,


de los que dejan silbidos,


y cerrándome las puertas


sin haber ningún motivo…


y aún te pedí perdón


sin tener que yo pedirlo,


pero ¿por qué le has cerrado


el portal a este mendigo?


Si para él eras su diosa,


el cañaveral y el río


las aguas de mis amores,


mi cielo y mi paraíso.


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                     

Recuerda querida sombra


zagala de mis delirios,


recuerda que te llamaba


asfixiado en mis suspiros


desde las dulces mañanas,


para vivir nuestro idilio


con el afán de querernos


y fueres el amor mío,


mi estrella iluminada


y el más sibilino hechizo,


todo esto en las mañanas


cuando mi alma y mi espíritu,


clamaban con tanto amor


para llamarte amor mío


y decirte tantas cosas,


susurrándote con mimo


desde mi playa de amores,


yo te llamaba por hilo


y tú loquita escuchabas


las palabras de tu ídolo,


porque ya eras mi diosa,


y dibujada en mi libro,


y por dentro de mis versos,


fuiste siempre mi delirio,


y la perla de mis ojos,


la calandria de mis trinos,


arpa de mi gloria eterna


la sombra de mi lirismo,


y el sueño más adorado


que tenía en mis sentidos


espejos de luna eras,              


los bucles del manso río,


la estrella de la mañana


y el astro más encendido


el canto de las auroras


y el eco de mis principios.


Eras la diosa del cielo


coronada de berilo,


reinabas con los colores


verdes, blancos y amarillos.



Eras como nebulosa


de esmeraldas y zafiros,


y la estrella más hermosa


que alumbraba en lo infinito.


 

Recuerdas mi eterna sombra


que mi nombre has bendecido,


desde tu senda celeste


con un poema divino,


gaviota y un pañuelo


“tú nombre” que era el mío;


mas tú no te hallabas sola


porque yo estaba contigo,


entonces ¿por qué cerraste


nuestro sueño sin motivo?


Pues no comprendo la turbia


ni tampoco el aire altivo,


ni la mentira hilvanada


desde un oscuro cobijo,


crepúsculo de negra sombra


mi sombra que me ha mentido.


Tú debieras decir: Soy yo,


aquella que está en suspiros


e inspirada desde el alma,


por éste paria y mendigo.


 

Recuerda mi dulce sombra


la tarde de nuestro idilio,


cuando tú tan linda entraste


en aquel espacio artístico,


vestida de plata y perla


como una diosa del limbo,


pues yo estaba con ellos…,


pero mis ojos te han visto;


mis manos besaron tus manos


las tuyas hicieron lo mismo.



Nos miramos tiernamente


hasta el fondo del abismo,


nos dijimos tantas cosas


tantas cosas nos dijimos


que sin decir ni palabra


supimos lo que sentíamos


nuestras pupilas soñaban


por besar algo divino,


de aquel eterno momento


que los dos hemos vivido.

 


Y mientras sonaba un tango


en la voz de un gran amigo…,


era un tango de Gardel


que los dos hemos oído,


de aquel sublime momento


que acariciaba al idilio,


y la locura amorosa


de nuestro amor desmedido,


que sin pronunciar palabras


las pronunció el hechizo;


por amarme hasta la muerte


y yo por sentir lo mismo.


 

Y en otra divina tarde


cuando a las nubes subimos.


yo te he pedido un beso


pero tú no lo has querido,


pero mis labios cayendo


tiernamente y encendidos.


sobre la piel de tu brazo


que lo arrancaste del mío,


y al bajar por las cañadas


lentamente y fugitivos,


yo te cogí por los dedos


y tú cogiste los  míos,


dulcemente se besaron


en ese momento lindo,


parándonos en el valle


con nuestros dedos unidos,


y abrazadas nuestras manos


en aquel valle sombrío,


bajo una tarde azulada


que entre los dos elegimos;


otro glorioso momento


de nuestro amor sibilino,


mas una voz misteriosa


suavemente se nos dijo:


Váyanse ustedes del valle


por tener cierto peligro,


y ya soltamos los dedos


pero nos quedamos fijos,


mirándonos uno al otro


dulcemente y atraídos.

 


Yo necesitaba tu boca


con ese beso infinito,


que hace temblar la tierra


y estremecer nuestro espíritu,


pero tú me lo has negado


y mi amor quedó herido,


y me sentí hombre paria


como el más triste mendigo,


que pide en la Noche Buena


a la puerta de su hijo,


y sin conocerlo lo echan…


y triste se va en mendigo,


en una tarde de amor


donde encontrar un cobijo,


y así me lo hiciste tú


quedando mi amor cautivo,


en la cárcel de tus ojos


y en las aguas de tus ríos,


que suenan tan melodiosas


con sus bucles blanquecinos,


y así morabas en mí


oh, sombra de mi destino,


cuando te dije yo: ¿Y tú?...


al pie del viejo Molino,


he venido para vernos…,


y también para oíros


yo me sentí volando,


y me sentí querido


por la musa de mis ojos


por haberla conocido.


aquel momento de luna


aquel momento divino


pues mira querida sombra


después lo que yo he sufrido


pasaste a ser mi tormento


cual tesoro más querido;


no cesaba de mirarte,


cuando pues nos reuníamos.


dentro del rincón de plumas


entre todos los amigos


para declamar los versos


cada uno con su estilo


mas dentro de mi silencio


te miraba a lo escondido


y en esto eras mi tormento,


tormento y mi gran martirio,


por sepultarme tus ojos


al más fondo del abismo,


pues padecía yo tanto


locura de amor en vivo


y enjambres de enajenado


tormentas que yo he vivido


por no tenerte a mi lado


y fueses el amor mío


y la mujer más amada


y yo para ti lo mismo


y darme tu dulce boca


para ese beso infinito


con mis ojos en tus ojos


y tus labios y los míos


gozando la plena gloria


sin importarnos morirnos


pero el destino ha borrado


lo que tú y yo sentíamos


sólo mirarte y mirarte


cuando pues nos reuníamos


mas cuando ya te  alejabas


tu sola por el camino


perdiéndote en la distancia


por mis ojos tristecillos


y ya me sentía paria


y el más hambriento mendigo,


bajo un tormento amoroso


de trece años vividos,


llorando yo por mi sombra


en solitario y cautivo;


así viví mi tormento


así viví mi martirio


y el temporal más cruento


que sólo yo he padecido


por amarte tato y tanto


 he llegado a estar sumido


hasta llegue a delirar


por no tenerte conmigo.





 

 Mas ahora te enojaste


desde tu débil juicio,


y humildemente te ruego


que vuelvas a nuestro idilio,


y volvamos a querernos


como lo escribió el destino,


y que vuelvas a decir:


“Para ti dulce amor mío”.


 

Volvamos a nuestros versos.


volvamos a ser los mismos,


queriéndonos como antes


como nos hemos querido.


Y por este fiel tesoro


que los dos hemos tenido,


no quiero que lo abandones


por tanto que hemos sufrido,


vas a guardarlo en tu pecho


y en tu ego esculpirlo,


hasta el día de mi muerte,


y si quieres por los siglos…,


 así volverá mi sombra


a mi alma y a mi espíritu.