Y qué mas da, si ya te fuiste...
Fue aquella noche serena donde el lobo,
en la sierra, enmudeció su aullido,
porque no quiso romper aquel silencio
con la melancolía de su sonido.
Allí voy a cerrar mis ojos y a oler,
entonces tu perfume se hará levante
que entrará por mi carcomida ventana
para poder sentirte como antes.
Voy a cerrar mis ojos y a paladear,
será el sabor de tu piel incólume,
quien aun impreso a mi boca,
el hambre de tus besos esfume.
Esta noche, !La más oscura¡
con mis ojos velados y maltrechos,
miraré las sombras de los chopos
creyendo que son tus pechos.
Bajaré con mi pensamiento
por tu figura divina,
y descansaré luego en esos pechos,
para colmar mi éxtasis en tu vagina.
Porque mientras dure mi vigilia,
estaré en tu cuerpo enredado,
unido a la luz del placer que,
ausente o no, siempre me has dado.
Las estrellas que inmóviles parpadean
con la misma claridad que tu brillantez,
serán en el firmamento tus ojos
que ardientes mirarán mi desnudez.
En esta atezada bóveda !la noche¡
y suplicando tus caricias excitado,
creeré que el fluido de mi deseo
es tu sudor en mi cuerpo impregnado.
Y será el jadeo de mi lujuria
ese aullido frustrado,
que el lobo en la madrugada,
no quiso danzar por aliado...