La muerte es un acto en privado
La muerte es un acto en privado
y me toca ( solo a mi ) disfrutarlo…
A estas alturas de la agonía entiendo que estos son mis últimos momentos...
Mi muerte no es como la de otros de un solo golpe, en un accidente o de bala,
tampoco es un suicidio;
es lenta, de una enfermedad que me carcome; es una muerte que me permite disfrutarla…
Estos días he tenido un visitante extraño en el tope de mi ventana; un Zamuro,
agazapado día y noche solo levanta la cara para ver a los demás con arrogancia
y estos se hacen la señal de la cruz mientras murmullan un “Ave María Purísima” .
Es cierto lo que me decían de niño,
puedo ver las sombras de mis seres queridos esperándome …
en la puerta del cuarto hay un hombre alto, oscuro, de sombrero, con las manos en los
bolsillos, fastidiado de tanta espera.
No se ha movido de allí desde que enfermé, parecido a
esos hombres de levita que se veían en los álbumes de mi mamá, quien también está aquí.
He esperado la luz de la que tanto hablan y sólo está una asfixia, ya me duele el pecho,
mis lapsos de inhalación y exhalación son cada vez más cortos,
mis manos en la cama buscan compañía encontrándose a sí mismas en el vacío,
luchando con una tos silente, interna, del alma…
Un regodeo asquerosos del sopor de mis últimas horas.
Angel Arvelaez