Cielo color dormido sobre la
vaca del campesino.
La tierra del hombre sin remordimiento
es despedazada como un trapo sucio
pasando mil veces entre las sombras,
entre las dobles rosas coronadas de azufre.
Mi sentido hombro de paja esta para auxiliarte
como vinio fresco resbalando
por tus manos en horas tristes de invierno,
sin sabor,
sin progreso.
Oh tierra, oh mar, oh pueblo,
oh mundo, oh bestia fundida de mármol.
Tu trono es tu condenación maldita
de espacios oprimidos,
rompes mis ojos fugaces,
mi espera desata un hombre como un
espejo galopando mi sombra de asalto
y mi espalda da giros y giros sin pausas.
Ya he llegado,
ya soy el gobernante.
No,
¡No puede ser!
Si puedo surgir entre el barro de las mariposas coloridas,
si puedo caminar sobre las golondrinas de tierra,
si mis manos tocaran tu corazón
y tu corazón tocara mi alma,
todos llorarian,
todos fingirian ser el mundo.