La vida es una excusa
para pasar las horas...
pensando en otros tiempos
que el corazón no ignora,
cuando el alma lloraba
su novel rebeldía
de un país desangrado,
tras su cruel agonía.
Corría el 82...
y muchos ya no estaban,
quedando sólo el eco
de sus voces en llamas;
y al fin cuando el camino
parecía allanarse,
un feroz 2 de abril...
volvió todo a enlutarse.
Pues mientras Dios cansado
se durmió unos segundos,
un general impune
hizo trizas mi mundo...
el de mis compañeros,
de mis padres, hermanos
y todos los amores
que siempre me esperaron.
Marchamos ignorando
las vueltas del destino...
nuestra vida era menos
que una aguja sin hilo;
a nadie le importó
la sangre derramada...
ese miedo latente
y mis manos heladas.
Y demostrar valor
firmeza y obediencia
frente a hombres sin honor...
superior sin conciencia
que obligó a esos héroes
que eran mis hermanos,
a morir como perros
en un campo tirados.
Defendimos la Patria
o al menos eso creímos,
dejando lo mejor
que todo hombre ha tenido;
que es la juventud,
la ilusión, la inconsciencia,
los sueños pisoteados
y hecho añicos mi esencia.
Y ha pasado la vida...
la noche con sus días,
esperando el consuelo
que nunca llegaría,
y le dé al veterano...
al héroe...al hermano,
un bálsamo a esa herida
que partió el corazón
de quien no merecía,
sufrir tanto dolor.
No hay dinero que pague
los disparos al alma,
no hay pensión que devuelva
serenidad ni calma;
lo que murió en Malvinas
nunca será devuelto
y es el honor rendido
de nuestros héroes muertos
un 14 de junio
grabado... a fuego lento.
Alicia Santi