Cuando la vida de un hombre, se llene de tristeza,
Y esta a su vez se abrace a los hinojos;
No dejes nunca, ni aunque sea por tu madre,
Que alguien por burla lo llame por cobarde;
Son gotas de dolor, que brotan de sus ojos.
Quien lo cause tal vez se desconozca,
Pero en el alma de ese hombre se esconde una querella;
Quizás fue una mujer de todo, la causante,
He inspiración de haber dejado huellas.
Las huellas de un amor, que van marcando al hombre,
Cuando de veras, sintió amor en sus venas;
Pero vivió, el sentimiento dentro de sus entrañas,
Para al final, advertir, que no valió la pena.
Pero el hombre cuando ama, todo entrega,
Y deja al corazón que juegue a su manera;
Fíjate bien, deja correr tu mente,
Y busca en ti, busca atrás en tu pasado;
Quien sabe si soy yo, ese hombre que te hablo.
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José Miguel (chemiguel) Pérez Amézquita