¿Quién quisiera encararse
con el espejo de la muerte?
¿Quién se atrevería a mirar su reloj?
Si solo se reclama erráticamente
en dubitativos versos ¿Dónde estará ese Dios?
¿Quién caminará con las cruces del olvido,
pisando la amargura y esquivando al rencor?
En sigilosa angustia se atormentan los caídos,
bajo el aguijón de los lamentos, la penumbra,
y desesperación…
Suenan las trompetas cadenciosas… ¡Odiosas!
entonando un sepulcral himno al dolor;
revolotean los estómagos de los pobres,
en un disfrazado evento, lleno de confusión.
Insurrecto me dicen que soy
por no beber del agua estancada,
si de éste mundo no se supiera nada
no existiría el desconsuelo y desamor.
¿Quién podría imaginarse limpio,
ante la mirada de un salvador?
Si las conciencias al repeler los actos,
solo ejecutan las indolencias
de los castillos, hechos por la traición…
¿Cómo dar cara y acercarse,
ante el hado en rebelión?
Si en las memorias quedan plasmadas
el ambicioso crimen
de ésta humana destrucción.
(victolman)