boris gold

Y FUE UNA NOCHE...

 

La tarde somnolienta y cansada de una jornada agitada está lista para irse, prepara el recambio de todos los días y le da el mando a su amiga…LA NOCHE.

Y yo, cual ceremonia sagrada, salgo de mi guarida de hombre solo para penetrar ese manto mágico y disfrutarla con tantas cosas que salen al paso de mi recorrido.

En mi deambular voy buscando el centro de la ciudad para meterme de lleno en esa vorágine de gente, donde paso de ser un solitario a ser uno más de la jauría.

Pero lo bueno de todo esto, son los personajes con los cuales me choco en el camino, al primero que diviso es a Pancho, el viejo linyera que bajo el toldo de un local abandonado  hizo su mundo.

Me paro como siempre a intercambiar unas palabras con este filósofo de la vida, donde en cada plática con el susodicho, salgo a punto  para preparar una tesis doctoral.

Lo saludo amablemente y continúo mi periplo, ya más predispuesto a lo que pueda encontrar, doblo en la esquina y en la vidriera de ese bar veo una cara conocida, es don Esteban, me hace señas para que entre, me invita a su mesa donde de destaca como un ícono el infaltable vaso de ginebra, él dice que es por prescripción médica.

Este personaje es un viejo poeta que en sus sueños de versos y alcohol, hace los viajes más fabulosos a bordo de su imaginación, para contarles después a quién quiera escucharlo, como por ejemplo a mí, que ayer tuvo un encuentro con Rubén Darío, al que le leyó uno de sus poemas ( siempre dije que gente como don Esteban, eran patrimonio exclusivo de BUENOS AIRES.

Mientras me desplazo de un lado a otro, la noche amiga me va introduciendo en historias de vida dignas de contar, en la cual muchas veces paso a ser intérprete de algunas de sus obras.

Para muchos la noche tiene mala fama y que todo lo malo sucede cuando cae el sol, para mi son patrañas de quienes no la han transitado.

Bajo un cielo salpicado de estrellas y con una luna cómplice conocí a Jana, la inolvidable Israelí, la que me hizo sentir el verdadero milagro de amar, tan solo recordarla y siento como un soplo de juventud que llega de ese hermoso recuerdo, nuestro encuentro fue algo gracioso.

Al acercarse donde yo estaba, noté que llevaba entre las manos lo que supuse era un catálogo de la ciudad y andaba buscando un lugar determinado, eso imaginé y no me equivoqué, pues en un mal castellano me preguntó por un restaurante que le habían recomendado.

Era tan bella, irradiaba tanta simpatía y esa jeringonza de castellano que balbuceaba, hicieron que me quedara prendado de ella, metí la mano en el bolsillo y noté que solamente tenía unos mísero pesos, que podrían hacer la vergüenza o la alegría por lo que se me acababa de ocurrir.

Después de agotar todas mis artimañas de seductor logré convencerla de acompañarla a “ESE RESTAURANTE” que por supuesto era carísimo y me dirigí sin pensarlo a otro acorde con mi economía.

Apenas llegamos a la entrada yla Israelíme miró como con signo de interrogación, mientras leía el nombre del lugar, noté que de sus labios brotaba una sonrisa que quería decir muchas cosas y a continuación me preguntó con inocencia…¿Qué QUIERE DECIR PIPO?.

Pero la sorpresa mayor, fue cuando el mozo puso como mantel dos papeles blancos comunes, creí que con razón me iba a mandar al carajo…y para colmo en hebreo.

Acto seguido  me dio a entender que yo no le había sido indiferente, pues me dijo así, como al descuido, por más que me llegue a gustar una persona, nunca le voy a permitir que me mienta…y vaya si me sentí aludido.

Yo creía que de amor sabía mucho, me di cuenta que no sabía nada, al lado de ella aprendí en todo su esplendor “ lo que es querer y ser querido”.

Después el tiempo, disolvente artero que todo lo destruye logró su cometido, fue el día que mi amor me dijo: me estoy enamorando profundamente de ti…ES HORA DE PARTIR, mi libertad está por sobre todas las cosas.

Y a pesar que mucho no entendí ese planteo, tuve que aceptar que mi vida tomaba otro rumbo y mi dulce Jana, la inolvidable Israelí…pasó a ser un lindo recuerdo.

Más el mundo siguió girando cual ruleta eterna y la misma ciudad que me dejó huérfano de ese intenso amor, me trajo otros amores, distintos, pero muy apreciados.

A lo largo de mi trajinar fui cosechando amigos, que en mayor o menor grado fueron dejando en mi grandes enseñanzas, pero lo que más le debo a mi Buenos Aires, es que a su amparo conocí a gente entrañable que llenaron mi vida de alegrías, fueron mis pares…LOS POETAS, que llenaron mi alma con esa luz que acababa de perder.

Entre ellos quiero rescatar algunos de los  nombres que tengo grabados entre muchos más …”la” Bermudez, “la” Delfini “la” Siguelbaum “la” Cortéz “la” León, Casartelli  Badaracco, Leiro, , Santos,

Pássaro, Muñoz carlos Fernandez  Juana Barbara(Gio)…y la lista sería interminable.

Así es la noche de mi Buenos Aires, te da y te quita por igual, pero en definitiva…EL SALDO ES POSITIVO

 

Buenos Aires vieja amada/ sos la amante más deseada

La que encandila mi alma/ al contemplar tu esplendor,

Vas sembrando con tu magia/ la amistad y la bohemia,

Sos la musa inspiradora/ de este poeta…soñador.

                                        

                                      Boris Gold

(simplemente…un poeta)