Y aún sin decir nada nos dijimos todo
con aquel silencio que nos hizo complices
del sentimiento que nos envolvió.
Cada mirada, cada sonrisa,
cada caricia fue testigo de la mágica
ternura que nació en nuestros corazones;
tus manos y las mías lo entendieron
perfectamente y se entrelazaron en un
silencioso pacto de amor y amistad...
Nuestros labios no se dijeron nada,
pero nuestras almas se dijeron te quiero...
Con gran esfuerzo, de mi corazón una frase
logró escapar. Sonreiste. !Pues estamos
en las mismas!, alcanzaste a decir aún sonriendo...
Y entonces la complicidad del silencio que lo dice
todo sin hablar nos volvió a envolver;
nuestras manos lo volvieron a entender.
Cada mirada, cada sonrisa,
cada caricia volvió a ser testigo de la magica
ternura que nació en nuestros corazones;
tus manos y las mias se volvieron a entrelazar
en un silencioso pacto de amor y amistad.
Nuestros labios no se dijeron nada,
pero nuestras almas se volvieron a decir te quiero...