Rumbo hacia ninguna parte
deja sus huellas esta pobre caminante,
evadiéndose de una dichosa pesadumbre
caminaré hasta que la luz del Sol me deslumbre.
Sigilosa y apaciguada
recuerdo apenada cuando a solas imploraba,
¿qué esparaba la vida de mí?
ahora sonrío, por haber escapado de allí.
Si bien al fin contemplo el horizonte
espero que la huída me reconforte,
mi alma en pena empieza a llenarse
es hora de a mis miedos enfrentarse.
Entre la robusta arbolada en la que me hallo
observo, sonrío y callo,
camino, camino y sigo caminando
me crezco a cada paso que voy dando.