Ramirez Adrian

La enfermedad



Mujer fugaz, mujer lápiz, mujer mujer
a dónde vas entre los pasadizos de la noche
a dónde con tanta prisa, con ese par de alas rotas
con ese sabor a cólera de palabras
que nunca me has dicho
jamás
por temor a la fiebre,
al cuchillo,
por temor al adiós que nadie quiere.
A qué le temes, mujer
a la vida o al descanso,
a la monotonía, a la envidia
o es acaso a la soledad.
Sí, porque yo sé que te estás quedando sola
como los ancianos en los ancianatos
como los locos en los manicomios
como la soledad en los enamorados.

A qué le miras con esos ojos amargos
cansados, llenos indeterminación, arrepentimiento
a qué le miras de manera engorrosa, como 
fastidiada de tu trabajo, de tus estudios
como fastidiada de verte cada día más obesa, más gorda
fastidiada de verte cada día más acomplejada, más vieja. 
Y es que no hay cura para los problemas, sólo soluciones
sólo equivalentes, ecuaciones, algo por algo, algo por ti

algo por mí
¿hace cuánto no haces nada por ti?
¿hace cuánto que no crees en ti?
¿Sabes acaso que estás muriendo
y que es posible que vayas a perder
la felicidad? 

Pero no,
no se preocupe, la intervención será rápida;
sólo hay que extirparlo de raíz, decirte que te he empezado a odiar
desde que dejaste de sonreír, desde los primeros síntomas
de la enfermedad.