Como insoluble tabú de la equidad
y poseído antagonista,
eres cuánto odio huérfano de la razón
que la arbitrariedad adopta,
donde el asnado vicio
de tus ideologías son amamantadas
con el tósigo del recelo
y el cianuro de la cobardía.
Mas qué monstruosa es tu ironía,
la holgazana disparidad
que nada construye y todo destroza,
bajo techo vive y posee familia.
Tolerancia educada con violencia
que trabaja para humillar,
y cuando juzga, ladra de la biblia.
Parásito que damnifica la inocencia
desfigurando la verdad
causando delirios de grandeza.
Usas falda o corbata,
de vil acciones siempre vienes armada,
mas la iracunda palabra
es tu arma más mortífera favorita.
Tu extrañeza ominosa pandemia
es que crees ser justicia,
mas la veterana sádica historia dicta
que careces de elegancia
por el alma colgar en sangre
el atuendo de ser humano
exhibiendo la penuria de filantropía.
Y tal ceguera es tan antigua
como los nombres de Adán y Eva
militando con el lazarillo
de la soberbia por la tierra injusta.
Mas en horda van las miradas
embistiendo los derechos
victimizando valores que son pandillas.
Una traición al paréntesis
entre nacer y morir, donde la aversión
es un aplauso al prójimo por ser
su naturaleza marcada como parodia.
El oscurantismo que no reconoce
a otra vida como semejante
por el titiritero de la ignorancia
que todo desordena y luego incrimina.