Si un día al levantarte caminas a tu ventana,
para acariciar tu rostro, con la brisa mañanera;
tu notas que alguien afuera, con una flor en las manos,
a ti te estará esperando.
Tal vez te sorprenda un poco,
si es que lo ves de espalda;
no te asustes, por nada pierdas la calma.
Que ese a quien tú veas, de seguro seré yo.
Seré yo que he madrugado,
con la intención de encontrarte;
bien temprano y asomarte, sonriente y amorosa,
y para ti serán las flores, que de el jardín he cortado.
Acéptalas, no me desprecie, que eso me dolería,
no ha sido hoy van varios días;
que así lo acostumbro hacer,
pero yo no sé porque, la ventana no se abría.
Ahora ya te avisé, y espero que no lo olvides,
y si ahora a quien veas, frente a frente a tu ventana;
te voy a pedir el sí, y espero que me lo des,
y así esperaré, te convierta en mi amada.
Que fue en el momento aquel, que sentí tu taconear,
y que al voltearme y te vi, te comencé yo a amar;
entonces me prometí, y yo mismo me juré,
buscarte y que fueras mía, por todo una eternidad.
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José Miguel (chemiguel) Pérez Amézquita