11 de junio de 2014 a la(s) 17:12
Triste pensar que cuando una sombra
sea el recuerdo de un río, un camino de rocas
donde antes susurraban cálidas aguas,
un montón de escombros esperando lluvia,
y el dolor de un ave caída, cerca de una falda de montaña,
deba su silencio, a nuestra osadía.
Pienso si las cascadas tienen dueño
las aguas contaminamos y robamos,
limitamos el viaje de la anaconda
porque somos seres hambrientos de más,
insaciables bestias caminando por ahí
sin más fin que la maldad,
¿qué futuro puede tener el bosque?,
¿qué horizonte hay para la vida?
¿Lloras río grande?, ¿no tienes un mar para llegar?
te has quedado entre muertas primaveras,
cuando presto estaba un gorrión y un águila,
más en éste tiempo que es el sueño de un mañana,
ni el recuerdo de su paso vislumbro,
y ahora, cuando todo ha pasado ,
¿que nos queda?
lamentarnos sobre playas desiertas
y el mar donde la peste se presenta
para llevarse todo lo demás,
no será el culpable jamás.
Arriba de todo ni siquiera un golero
¿su negro traje para qué sirvió?
no pudo hartarse con la muerte
porque la vida misma lo mató.
Vamos caminantes, a dejar huella
un sendero triste veo desde aquí,
montones y montones de jaulas de cemento,
y el río, ¿qué ha sido de él?
Mi amado azul de mar, me has hecho llorar
sólo han quedado limpias las gotas de mis ojos,
que humedecen las pequeñas laderas de mi rostro
cuando te veo agonizar.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, junio 11/14
Imagen: Jeyson Rueda Q.E.P.D.