Vuelvo con los zapatos desgastados
y con un pequeño fardo con comida.
Aquella identidad que me vestía
a cachos desgastados se desvanecia
en cada encuentro con la sabiduría.
Mas un documento de identidad tengo
como un billete de tren hacia la patria.
Hoy desde la ventana del vagón sexto,
sentado cómodamente miro a través y
me veo alzar los brazos pidiendo subir.
Vuelvo y encuento el camino sembrado
y en los zapatos se van metiendo granos.
Granos que granan dónde voy pisando.