No dudo de que un día se alargue,
como mangueras de mi patio,
y la vista caminante.
No dudo de que hoy lo mío,
puede ser de otro.
Y que el olvido es mi recordatorio.
No dudo de que hoy me fueras dulce,
de tintes vivos y semejantes a un día despejado.
Dudo de aquel rostro orgulloso,
así como se regodea el sol y sus méritos.
No dudo de ser torpe así como las lluvias tropiezan,
pero encontrare la montaña para imitarle,
para ser como ella, y a los ojos de los muchos engordar.
No dudo que por instantes seas mía,
así como es mía la luna el día que yo la quiera.
Dudo que un día seas exclusiva,
y no quede más que un beso patentado hacia otro.
Humberto Velasquez Jimenez
13/Junio/2014
11:56 p.m.