Ya que eres mi hijo mayor
orgullo de la familia toda,
ayúdame con la solución
pues siento en mi cuello
colgada una soga.
Alguien me informó
en una triste hora
que uno de mis hijos
consumía droga…
Y yo pensé que eras tú
¡hijo perdona!
me falló la intuición
de investigadora,
revisé tu ropa
y tu habitación toda
y no hallé ni rastros
de la maldita droga.
A ti y a tu hermana menor
los crié a mucha honra
siempre he sido honesta
y muy trabajadora,
y les inculqué principios
de buenas personas,
por eso no entiendo
lo que pasa ahora…
Revisando el bolso
de tu hermana Aurora
me llevé una sorpresa
muy devastadora
que me impide que duerma
y también que coma
porque mi pequeña hija
no me valora
y le parte el alma
a quien más la adora.
¡Ay madre que deshonra!
Tu hijo al escucharte
las palabras de ahora,
se consume por dentro
Y de pena llora.
Mi hermana tan bella
y encantadora
me guardó el paquete
sin preguntas ni demoras
sin saber siquiera
que guardaba la droga
de un hermano vil
que se le dio en mala hora.
Te pido perdón
respetada señora,
mi madre, mi amiga
mujer forjadora
cuyo único pecado
es ser mi progenitora;
y a mi pobre hermana,
mi pequeña Aurora
no le cuentes nada
porque me destrona
de ese trono hermoso
que me dio en otrora…
Siento que la vergüenza
ya me conmociona
al imaginar que la verdad
ella sepa toda.
Hoy te abrazo madre,
te abrazo y perdona
a esta oveja negra
que hoy te deshonra.
Hoy te juro madre
que seré otra persona
y a ti y a mi hermana
llenaré de gloria
alejado del vicio,
lejos de la droga
para reivindicar ante el mundo
tu hermosa obra.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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Maracaibo, Venezuela