Alejandrina

COLIBRÍ

Alucinada perla

Tú que suspendes tu pequeña geografía

entre los pinceles del aire

y derramas todo el ónix del ocaso

sobre las altas flores.

Delirio en el espacio de mis ojos,

contigo va el magnolio y las camelias

las nobles azucenas

el jazmín, embriagado de ti,

aroma el día.

 

Diademas de sol refulgen en tus alas,

trebolar fresco esmeraldado y puro.

Vertiginosa aparición;

llameante frente

lámparas de pura primavera

canto celeste

vaso lleno de dulzura,

mitigante de penas.

 

Eres acaso, en tu sublime pequeñez

magna partícula de luz

huyendo desde la fundación del éter,

o tal vez, eres una gota de sudor

escapada de las manos de Dios,

Tu osadía dirige el nacimiento de

los frutos, semillas y flores

¡oh bendito de mis yemas!

como alegras estos días solitarios.

 

Aquí en mi pecho

y bajo el abanico de tus alas

se detuvo el beso infame del desconsuelo,

cuando en las ramas del ayer

bostezan porfiados goterones,

has borrado con un golpe de misterio

el colofón de los pesares al final de día…

y está brotando entre mis dedos pensativos,

otro hijo en tintes verde y ocres.                                                

 

 Alejandrina