Después de muchos cambios de estaciones,
las hojas se veían caer al ritmo que su vida avanzaba,
las angustias se tornaron en ocupaciones para el bienestar de los demás.
Y un suspiro se hizo evidente cuando seguía corriendo,
sin darse cuenta que su propio árbol se secaba,
entre risas, amigos, amores prohibidos y lejanos,
habían días grises, sin duda existían…
Aunque en esos días,
no se hizo necesario recurrir a las letras como medio de escape.
y el rio sigue su cauce…
sin percatarse de las piedras entorpecedoras,
Habían días grises, sin duda existían…
pero nunca el vacio había sido tan profundo,
su alma se heló y al firmamento miró.
Una sonrisa era obligada, entre el mar de caras falsas,
era el vacio de su alma, su más fiel amante,
en el lóbrego mundo de contradicciones,
donde la firmeza en las palabras pesan lo que una pluma
habían días grises, sin duda existían…
pero al mundo inmortal nunca acudiría,
habían noches sin estrellas, habían lunas sin resplandor
había incluso un león sin voz.
… le avisaba que las letras venían a acomodarse mejor,
por que esos días aparecieron…
con maleta, y sin reloj.
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Roxana Correa