Hay silencios que suenas fuertes;
escucho muchos, antes eran ocultos
uno de ellos, tu rencor amargo
tu odio escondido, callado, negro.
También puedo oír tu noche gris,
tu angustia por tenerme cerca y lejano,
tan cerca que no escapas del amor
tan largo que te juré y sabes tanto
como yo que moriremos, yo amándote
y tú mordiendo tu mezcla de odio y amor.
Este silencio suena a llanto y promesa;
tienes cadenas rotas y eslabones tirantes,
que no te dejan volar sola, siempre
te sigo porque arrastras todos mis besos,
todos los gritos de angustias y delirios.
Tu silencio, a veces es alegría, a veces
es terror, sombras del amor que no muere,
aun no es agonía, es esperanza, quizá
de olvido perenne o cadena perpetua.
En este silencio escucho tu risa callada,
tu rabia por querer olvidarme, no puedes;
quemé con fuego mi nombre en tu alma.