¿Serías capaz
de matarme porque te debo
unos míseros pesos?
¿Quieres que sienta
miedo, pánico,
por lo que acabas
de decirme?
¡Qué equivocado estás,
amigo de nuestra adolescencia!
Pensar que desde
que hemos compartido
momentos tan felices
de unión y amistad...
¿Dónde dejaste
tu alma buena, amigo?
¿Te la han destrozado
los perros...animales,
o los humanos perros?
¡Que hayas llegado
a amenazar mi vida,
por unos miserables
pesos que me has prestado,
y que aún no puedo devolverte!
¡No puedo creerlo!
Te miro, y siento
la impresión
que eres
un extraño.
¡Cómo te han cambiado
tus nuevas amistades!
Y pensar que
muchas veces me has inducido
a que me uniese a ustedes...
Doy gracias a Dios
no haberlo hecho....
Pero no me arrepiento
de ser tu amigo,
aunque hoy,
no te muestres como tal.
Me sorprende
tu cambio.
Espérame unos días,
y he de devolverte
lo que te debo.
¿Qué es lo que
estás haciendo?
¡Hasta esto has llegado!
¡Amenzarme con un cuchillo,
a mí, de quien decías
y me tratabas
como a un hermano!...
¿Quieres vengarte
lastimándome
o matándome
por la deuda
que contigo tengo?
¡Vamos, adelante,
decídete y hazlo!...
¡Pero te aseguro
que pase lo que pase,
te arrepentirás toda tu vida!
Esta es una realidad
de tu vida...
cuando te serenes,
comprenderás el mal
que a ambos estás ocasionando...
¡Lesióname o mátame!
¿Qué es lo que esperas?...
Seguro que Dios te perdonará,
y yo también...
aunque muerto quede...
Derechos reservados de autor (Hugo Emilio Ocanto - 17/06/2014)