Todo pasó demasiado pronto como una ambulancia,
los dos nos matábamos con besos a corta distancia,
empezó cuando la intrusa soledad olvido el discurso
y desde una cama el amor siguió su curso.
Solíamos inventar un invierno para aquellos juegos de motel,
soñábamos conocer el mundo en algún barco de papel,
vivíamos quien diría de un par de caricias y de las próximas...
de todo lo que el corazón pudiera recaudar en coimas,
y yo que nada sabia le enseñé con un abrazo,
que el paraíso más hermoso es el que está roto en pedazos,
y es que se anhela recuerdos esparcidos como tinta en un tatuaje,
porque se anhela una promesa que se fue de viaje.
A Thais como era su nombre le gustaba vengarse del pudor,
decir que las mejores cosas nunca suceden por amor,
desnuda era como bailar un vals con el diablo,
hacía que en la cama no se emita ningún vocablo,
después de un par de caricias que le adornen la piel todavía,
y el sexo como psiquiatra, eran lo mejor del día.
Compartíamos lo que nadie comparte con los demás,
siempre en las manos había lugar para un secreto mas,
no teníamos nada, no hubo promesas, ningún sueño de los dos,
sobrevivíamos de lo poco que nos ofrecía Dios.
Si. Thais era su nombre y era mi disfraz para la tristeza
cuando la miraba mis ojos se llenaban de belleza.
Luego de un diluvio ya no había que mentir al corazón,
Thais tomo sus maletas y yo ahora escribo esta canción,
se olvido su aroma, la pasión de la noche anterior, su belleza en el espejo,
dejó un domingo abandonado, un feriado sin festejo,
y desde entonces juego a enamorarme de nuevo,
y con cada mujer que pasa alguna esperanza me llevo,
siempre con ganas de cambiar el repertorio,
que el recuerdo no aparezca como fantasma en el dormitorio,
y casi todas las noches me las arreglo para decir adiós,
y mentirle al corazón lo que fuimos juntos los dos.
A Thais como era su nombre le gustaba aprender a olvidar,
por si algún día se tuviera que enamorar.
Las Mercedes 23 de julio 2012