Se ha nublado la tarde de verano,
El viento coqueto comienza a soplar,
Juega en tu cabeza entre hilos negros
Volteas la mirada hacia el ancho mar.
La playa atestigua los pasos ansiosos,
Son solo las huellas de pausado andar,
Te llevo cargada y te ciñes a mi cuello,
Solo dos pies que se hunden más y más.
Me muerdes el cuello con celosas pausas,
Hablas en mi oído con te quieros intensos,
Pronuncias mi nombre y secuestro tu boca,
Acallan palabras mis labios amorosos.
Se escuchan las olas golpear en caderas,
Que se ondulan frenéticas en un devenir,
Aplauden dos cuerpos sobre las arenas,
La espuma blanca llega nos moja el sentir..
Se vuelve mi sangre en fermento extenso,
Se guarda en barricas de vientres y pechos,
Llevas ya mis vivos vinos en ti reposando
Alambiques vivos hueles a suaves maderos.
Guardas en ti mi semilla clara blanca eterna,
Y la marea de tus besos me inunda de nuevo,
Vuelven tus caricias a inquietar mi cuerpo,
Crece más la espuma que baña tu pecho.
Collares y pulseras se forman con tus perlas,
Se alegran las gaviotas y estrellas de mar,
Cuando ven en la playa caracolas nuevas,
Que han formado nuestros giros al azar...
Irrumpes fuertemente golpeando mi vientre,
Se escuchan los ecos de besos sedientos,
Tiemblan otra vez mis rocas mojadas,
En tu incesante e inevitable oleaje de amar.
Cae la noche con su lluvia de estrellas,
Brillan todas ellas en tu esplendido mirar,
Sonríes amada mía con tus lunas llenas,
Que ahora veo se empiezan a achicar.
Me haz amado con la fuerza de huracanes,
Te has llevado de mi vida dicha y fortuna,
Eres la sirena que cargue en mis brazos,
¿Cuando otra vez te traerá a mí tú marea?