Qué hago contigo eh,
qué hago si ya te has ido.
Sin irte ya te has movido
del sitio en el que siempre te he tenido.
Quizás ya no quede nada que sentir,
quizá nuestros miedos no nos dejan resurgir
entre tantos momentos futuros
que presagian nuestro porvenir.
Nuestro porvenir...
¡Qué sinvivir!
Miles de abrazos y besos
que no tienen lugar
entre tanta incertidumbre,
prejuicio, malentendido y sobre todo
entre tanto ruido y bulla
que solo hace que el odio fluya.
Personajes secundarios, incluso adornos,
que en nuestra obra tergiversan
nuestro argumento dulce y cómico
convirtiéndola en una tragedia sin coro,
sin alma, sin vida... Con lloro.