Cuando yo hablo contigo, no empece a la distancia,
yo presiento la fragancia, de tu cuerpo, que fue mío;
y me doy cuenta también, que aunque no estés a mi lado,
yo se que aún queda algo, de aquel amor que vivimos.
Oigo un tambor en tu pecho, que retumba y que resuena,
esas son noticias buenas y me llenan de alegría;
al saber que yo algún día, quizás pueda recibir,
un beso de tu boquita y tus labios cual pétalos perfumados.
Y tus ojos, dos luceros, que alumbran mi sentimiento,
te lo juro, no te miento, pregúntale a mi corazón;
que junto al tuyo converge, en busca de un destino,
y aunque tu guardes palabras, sin miedo yo te lo digo.
Perseverante yo soy, cuantas veces te lo he dicho,
y tu lo has notado bien, no tengo que repetirlo;
y bajo el blanco algodón, que adorna nuestro cielo,
`aunque te alejes te espero, pregúntale a mi corazón.
Veras que las mariposas, todas multicolores,
formaran una diadema, que pondrán en tu cabeza;
y las perlas de tu boca, brillaran tal brilla el oro,
y yo entonces pondré, mi sentimiento a tu antojo.
Fuiste mía, sigues siendo, porque así lo considero,
para mí no hay hemisferio, que te me puedas escapar;
yo siempre te habré de amar, mientras dios me lo permita,
pregúntale a mi corazón, porque hace que te insista.
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José Miguel (chemiguel) Pérez Amézquita