Mis ojos se dieron por vencidos
de par en par no sostuvieron el torrente
y bajaron en chorrillos
rodando desconsoladas
¡Oh desconsoladas lágrimas de los otoños!
Mi valle árido, raído de abrazos, se bendice de tu rocío
lagrima mía
pues aun cuando los brazos van en pie feneciendo
Quedando extendidos
como ramas alzando al cielo las gracias
secos sin follaje, sin verdes hojas, sin fruto,
Enraizado esta mi suspiro
pues amo esta tierra mía, mi componente
fértil tierra maravillosa, pues añejos y en descomposición
un día nos extenderás tu hueco y fosa,
volver a tu vientre, humus y minerales
para abrigarnos eternamente,
y llegaran nuevos brotes, nuevas generaciones
dándote tiernas labores.
y sobre la superficie de tu rostro polvo de mis sueños
sobre tu perfume a lluvias frescas
me haré resaca, que el rio arrastra en creces
pensamiento,
aroma a campo y selva,
siendo solo un ultimo suspiro del alma
en los simples recuerdos.
Darío Ernesto Muñoz Sosa
Autor