Cuantas veces he de morir
para resucitar una y otra vez
en tus manos tiernas
donde el hastío de mis, te quiero
resbalarán por tus mejillas
entre lágrimas y suspiros.
Me mato..., cada vez
en ese beso enamorado
sin explicación ni despedida
quedo colgado, testigo cruel
de este amor desdichado
que de vivir se ha cansado
en el último, te quiero