Cuánto deseo mi vida
vivir este amor que siento,
este tesoro escondido
que mora en mis adentros.
Como brisa perfumada,
como unos tiernos pétalos,
como un valle de amapolas,
como un jardín del cielo,
como linda nebulosa,
y este sentir que tengo
todo parte de tus ojos
y de tu florido huerto
que vienen a ser tus labios,
tus pestañas y tu cuello,
y tus encendidas pupilas
que por ellas yo me muero
y desearía besarlas
en el máximo silencio
para sentir esta gloria,
desde tu cuerpo y mi cuerpo
desde tu boca y mi boca
desde el más tierno beso
en esos labios de luna
a los que yo tanto quiero
que hasta daría los mares,
y todo este mundo entero
por saber cómo te adoro,
por saber cómo te quiero,
que a veces es mi martirio
y a veces es mi tormento.
Y así vivo sin vivir
todo aquello que yo siento
porque nunca lo he vivido,
y quisiera poseerlo
entre mis brazos y boca
entre tu pecho y mi pecho
y entre las luces del alba,
poder llevarte a mis cielos
y decirte tantas cosas,
tantas cosas las que pienso
por esa boquita tuya,
blanca senda de corderos
que anidan en esa gruta
en esa cueva por dentro
este cielo que es tormento,
un tormento desmedido.
Qué triste es mi vivir,
qué triste estar cautivo,
y no poder amar por la
que tanto suspiro...
es un volcán que me ahoga,
es un punzante cuchillo,
es la sombra que degüella
las membranas de mi espíritu.
No sabes lo que padezco,
no lo sabes amor mío,
si supieras lo que sufro,
si supieras cómo vivo,
llorando siempre tu amor
y viviendo sin vivirlo.