No corras, no hay salida de este lugar.
No grites, aquí nadie te va a escuchar.
No te esfuerces, tu destino está escrito ya.
No reces, porque mientras estés conmigo,
Dios no te podrá escuchar...
Siéntete con honor, tu muerte será especial,
nadie ha muerto como tu lo harás,
no te preguntes por qué a ti, solo entiende,
Dios en estos casos se tiende a equivocar,
porque yo soy Azabel, y mi territorio deberá
respetar, así como en sus iglesias, nunca me podré
acercar, ese es nuestro pacto, y tu parte de mi
ya formarás...
Bienvenido al juego, ya no puedes escapar.
Juan Manuel Hernández.