A veces la mentira fue piadosa. Otras en cambio, no tuvo piedad en cuanto pudo convertirse en una diosa.
La verdad recorre cada esquina de esta teja. Si durante años el sueño no pudo dormir en mi mano, mi espada fue mi única iglesia. Y ahora ha tenido que despertar el sueño para que por fin pueda ganar una guerra.
No es deseo. El tiempo sólo fue un hijo bastardo de sus propios números. Es la vanidad. Y aunque no lo admito como un defecto, puedo aceptarlo como un descuido.
Las distintas combinaciones de fragmentos, al final tampoco pierden su condición de probabilidad. Aprendí a luchar contra los romanos, intentando no contaminarme con su genética pero el odio, me lo enseñaron mis hermanos.
En este tiempo he ganado tantas batallas como perdido reinos. No es lo que más me duele. En realidad, es ahora, cuando no tengo nada, salvo a mí mismo, que ironía, cuando sonrío sin apretar los dientes. Mi alma quedó encerrada en esta teja, así que no está tan mal si se puede escapar de la muerte.
Esta teja es mi camposanto. Aquí reside Pirro. Aquí oigo cómo fuera se burla de mí la historia. No es lo que más me importa. Aquí dentro, lo único que tiene sentido es mi memoria.