A veces quisiera escribirte a ti, la persona que me ató a las llamas del fuego de este infierno... Entre líneas decirte que ya me he quemado lo suficiente como para que barran el polvo de mi alma. Polvo que ha quedado de un amor que algún día fue un por siempre diminuto. Suplicarte de una vez por todas que me desligues del calor que en algún momento fue cálido y que ahora solo quema como agua hirviendo.
Mira mis yagas, tal vez ya no sangran pero siguen doliendo como si no me hubiese acostumbrado a esto. Desátame del placer de recordar tu aroma. Desata mi luz apagada para que brille como cuando no te conocía. Como cuando tus palabras dulces flotaban como bella jacaranda en un sueño que no veía llegar. Regrésame la felicidad para deambular sobre los jardines, para querer conocer y saber más allá de la vida, del mar y para seguir preguntándome por qué aquellos bellos canarios iban a cantar al pie de mi ventana.
Recuérdame no volverme a enamorar cuando me dejes libre...