Perseguida sin cesar y sin piedad,
Hombres y jauría, sin dolor por su dolor,
Desean algo en ella: apaciguar el ardor
Movidos por la simpleza de su ansiedad.
El sonido de las gotas plomizas
Retumbó sonoro en la carne rosa.
Y el miedo fatuo en la cierva reposa
Mientras los labios destilan sonrisas.
Sola en el basto círculo del todo.
Sobre el suelo frio, cerca de la nada,
Se enluta la preciosa vida amada;
Prisionera bajo este cielo pardo.
Un velo oscuro rodea con ligereza.
Un mundo se apaga en los ojos turquesa.