Dulce era mi sonrisa
cuando en las tardecitas
me miraban las mas coquetas
y las mas bonitas
que bailaban entre azucenas y violetas.
¿Recuerdas mi compañera
cuando las niñas
retozaban y reían contigo
sobre las margaritas
con el cielo por abrigo?.
¿Piensas muchacha
en los ardorosos soles
de las tardes estivales
de nuestra Pampa amada
y en el correr serenísimo
del arroyo
donde croaban las ranas?.
¿Recuerdas a los zozales
y jilgueros
que erizaban las plumas
de sus cogotes
cuando inundaban el aire
de arpegios que encantaban?.
Evoco mi dicha mas sublime
con tus cariños mas ardientes
entre flores y suspiros
añorando mis horas mas felices.
Tu piel, el paraiso, mi piel
y mi deslumbrada pasión.
¡Que leve era la brisa!
¡El Sol que luminoso!
¡Derramaban mas perfume las flores!
¿Te acuerdas mujer
de nuestras tardes encantadas?
No vuelven a ocurrir las cosas;
se quedan con los sueños
en el reino de la nostalgia
y el viejo espiritu pasado
vive en los reflejos del arroyo
con su misteriosa magia.
Tu poco recuerdas
y a Dios poco le creo;
languidece con añoranza
y melancólica dulzura
la felicidad de antaño
a la vera del arroyo.
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