Alejandrina

Despojos

 

Parado sobre el alfeizar

soporta la tormenta que enmoheció

en sus huesos,

los vidrios de la última botella

cortan el paisaje inmediato

el vaho del invierno encaneció en la frente

y el oído ya no recoge otro canto

que no sean ecos antiguos,

llamado bestial de precipicios.

 

La noche ha llegado de madrugada.

 

No ancles tus manos a este costado roto

ni fuerces el párpado que ya es ciego.

No muy lejos se escucha el canto de la vieja

cortando las cadenas,

abriendo el portal

por donde los despojos

huirás precipitadamente,

sin mirar atrás.

 

 Alejandrina.