kavanarudén

Intimidad

 

 

 

Suave brisa que acompaña mi quietud silente.

En la penumbra quieta, de mi ser interno, pienso.

Lento y relajado palpitar de mi corazón siento.

Mis ojos se llenan de lágrimas que poco a poco atraviesan mi rostro.

No es la tristeza la que me invade en este momento, no,

la serenidad, la paz, la quietud, la tranquilidad, el desasosiego.

 

Mi mente se pierde en los meandros de mis recuerdos,

de mis pensamientos, de mis sentimientos, de mi ser inquieto.

lentamente camino en medio de ellos, dejándome poseer completamente.

Mezcla de intensas emociones siento.

 

Respiro lentamente y sin temor entro.

Entro en lo profundo de mi templo interno,

Lento andar acompaña mi hierática figura, mi frente en alto.

Diviso a lo lejos, el altar precioso, consagrado al Ser Eterno.

Hacia él me dirijo sin temor alguno a paso orgullosamente firme.

Me postro a tierra, extendiendo mis brazos en cruz.

Eternamente tuyo, solamente tuyo. Poséeme profundamente.

 

Tu fuego devorador consuma toda mi esencia,

convirtiéndome en perfume suave de oriente,

fragancia eterna, indescriptible que tardamente

salga a ti, vigor, origen, meta, de los sonoros ríos de la vida.

¡OH maravilla tan querida! soñada, amada, respetada, sentida.

Sin ti soy hoja seca al viento,

poeta sin musa, sin ilusión,

corazón herido, sin pasión

amante abandonado, sin aliento.

Me abandoné al momento. Me entregué profundamente, sin resistencia alguna.

Profundo letargo poseyóme.

Disipándome, para siempre, en tu misterio siente.