Tu rescate
Paloma herida, estás derrotada,
con tiro certero en tu pleno vuelo fuiste sorprendida,
y ahora te arrastras con un ala rota
a esperar la muerte en un rincón del suelo.
¡Qué lindo volabas...
el aire y el cielo eran tu elemento!
Y tú lo gozabas, y también creías que sería eterno...
Estás confundida y temblando de frío,
la sangre que pierdes ha formado un río,
y los cazadores te buscan ansiosos
de comer tu carne, siguiendo ese rastro
en que escapa tu vida...
Me miran tus ojos creyendo, aterida,
que soy uno de ellos...
no tiembles, amiga...
Yo soy un soldado en rescate tuyo,
de Dios, que enojado por esta injusticia,
envía...
Súbete a mi mano... recibe el poder
celestial que cierra tu sangrante herida,
todas tus heridas...
¡Él no te ha creado para ser la carne
de un festín humano!,
¡Él te dio la vida para que los aires
llenes con tu vuelo, junto a otros pájaros!
para su alegría... y también de todos (y también la mía).
Pequeña paloma, te crees poca cosa, pero eso es mentira,
tú eres la bandera, un sello, la insignia
que el Dios de los cielos usa como dedo
para que le sigan.
Fue una hermana tuya la que dio a Noé
la buena noticia...
y Dios mismo estuvo tomando tu forma
en aquel bautizo que allá en Israel
hiciera a Su Hijo...
¡Mira qué te curas!, ya son cicatrices...
mi mano, en tu boca, te dibuja ahora
mil risas felices...
En el hueco tibio que hago con mis dedos
te ha fortificado el calor del cielo...
y, ¿sabes qué?... muy pronto: ¡Volverás al vuelo!