PajaroNegro

Manos de Artista

Cuando me di cuenta que la amaba

Comencé a odiarme profundamente.

Ella era una artífice en progreso

Y su arte seducía a cualquier ente.

 

Dibujaba las nubes del cielo

Y el amanecer de cada día.

Yo era un mozuelo sin talento,

Y solamente sabía escribir poesía.

 

De aquel amor que surgió en el firmamento

Solamente me quedan dos recuerdos:

Uno es el querer que le jurara,

Y el otro,  una estaca clavada en elpecho.

 

Él era un joven apuesto y afamado,

Que con gracia le habló al oído.

Y yo crucé los brazos impotente

Esperando se perdiera en  el olvido.

 

Sus manos de artista eran hermosas

Dibujaban paisajes deslumbrantes.

Rostros en un cielo azul cobalto

Que sonreían cuan ingenuos infantes.

 

Él  dio lo que yo no pude darle

Y ella en su pasión quedó perdida.

Yo era un mozuelo sin talento

Que sólo sabía escribir poesía.

 

Veinte veces al ábrego grité

Para ver si él me respondía.

Pero el grito del amor nunca se escucha

Y ante el céfiro incesante sucumbía.

 

Su voz la fui olvidando poco a poco,

Pero sus palabras en mi mente seguían.

Su perfume se lo llevó el viento

Pero su arte se quedó en mis fantasías.

 

De aquel amor que surgió en el firmamento

Solamente me quedan dos recuerdos:

Uno es el querer que le jurara,

Y el otro,  una estaca clavada en el pecho.

 

 

 El siguiente era un joven alto y rubio,

Con talento de pies a cabeza.

Con bucles de oro y rojas mejillas,

Nadie podía negar su belleza.

 

Ella me olvidó sin tribulación alguna,

Sin embargo yo no la olvidaba.

Dibujé su rostro en cada nube

Que por el empíreo circulaba.

 

Veinte veces al ábrego grité

Para ver si él me respondía.

Pero el grito del amor nunca se escucha

Y ante el céfiro incesante sucumbía.

 

Su voz la fui olvidando poco a poco,

Pero sus palabras en mi mente seguían.

Su perfume se lo llevó el viento

Pero su arte se quedó en mis fantasías.

 

 

Ella fue feliz toda la vida

Al lado de aquel joven al que siempre amaría.

 Yo me casé con su recuerdo,

Aquel que a mi alma seducía.

 

Nunca hubiera podido enamorarla

Pero lo intente todos los días.

Sin embargo perdí en esa batalla,

Puesto que sólo sabía escribir poesía.

 

De aquel amor que surgió en el firmamento

Solamente me quedan dos recuerdos:

Uno es el querer que le jurara,

Y el otro,  una estaca clavada en el pecho.