Viene con las sombras de la noche
el teológico discurso interior
que pretende obligarme al temblor
con la dureza del furioso reproche.
Rio con burla del invento de la oración
y abomino del rezo falso del santo;
me da asco el implorar perdon y el llanto
y desecho del clérigo la falsía del perdón.
Aunque la presencia del infierno me acosa
no utilizo la falaz religión para mentir
ni la hipocresía del rezo como excusa.
La superstición pone trampas en el vivir
cuando siente que de sus mentiras se la acusa
y el que es libre la desea evadir.
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