Qué alegría saberte en mi vida
como sombra que cubre y protege
sin que nunca se ausente y se aleje
y me viste de amor sin medida!
Vas conmigo allí donde voy
y te ciñes a mí todo el día
y te amoldas con dulce armonía,
respetando al hombre que soy.
Gracias mil por soldarte a mi vida,
como lapa adherida a la roca,
que no hay ola que rompe y que choca,
que la arranque y la deje perdida.
Y en mis noches vacías sin sombra
te haces luz para mí y me iluminas
y de nuevo eres sombra divina
que mi boca te llama y te nombra.
El Poeta del Amor