Pase adelante, con confianza.
Perdone el desorden, sufro la costumbre de dejar lo inútil donde nadie mas lo pueda usar, algunos me dirán egoista, pero yo estoy seguro de mi benevolencia.
Hoy están de buen humor, o dormidas (¿acaso no es lo mismo?) La mayor parte del tiempo están inquietas y no dejan ni hablar, ni escuchar, ni pensar... Yo la verdad que no las busco, se bastan con buscarse a si mismas aunque nunca se encuentren y cada tanto se pongan a llorar. A vecez incluso olvido que están ahí, ojalá fuera lo mismo con su mal olor, ojalá... pero las flores muertas también suelen apestar.
¡Pero miren a quién se lo digo, si allguien sabe de flores muertas y de mal olor es usted, la misma que le robó al mar y al cielo su color!
Le daría un recorrido por el jardín, pero solo hay tumbas sin lápida que mostrar y ni a usted ni a nadie le gusta el olor a cementerio, podría herir su vanidad; además, presiento que hay pétalos secos debajo de la almohada, no me los quiero ni imaginar.
Le pido disculpas de nuevo por el desorden, aunque solo estemos de paso no es un espectáculo digno de mirar... Andando, ya estoy listo, lléveme a su jardín, ese del que tanto me han hablado ¡Vamos, con confianza! Estoy seguro que ahí el desorden no hace ruido, las flores viven y ríen con su aroma y, sin saberlo, el muerto es uno para variar.