RICARDO ALVAREZ

ENTRE TU Y YO- a LOS POETAS - FESTEJO


 

Entre tú, yo, y la tierra amor, hubo sombras 
cuando el sol iluminaba los verdes. 
Entre tú y yo, el suelo también prendió luces 
mientras el astro en su naranja siesta menguaba. 
Entre nosotros rondaba la óptima naturaleza. 

La iridiscencia del nácar 
penetraba los costales de la uva y 
la vid en nuestras pieles se embebía. 
Entre nuestros pechos dos casales pumas 
de pupilas amantes se embravecían y 
nuestros brazos de tentáculos acunaban su riña. 

Entre tú y yo! Amor! 
La greba se anegaba repleta de respuestas 
al significado del fonema amor sin ataduras. 
Cobraban celeste vuelos los pájaros del aire 
y todos los besos rojos se corrompían. 
El aire traía labios que del alma se rozaban 
y el presente veía comisuras entretejidas. 
La noche y la mañana eran ecléctica violácea testigo 
de una sápida guerra amante que nunca atardecía. 


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A LOS POETAS

 

 

Hay lenguas que mancillan

 las palabras,

las flagelan,

 las limitan,

exceden sus fronteras.

 

Por eso hay que golpearlas

para que despierten

en el canto del gallo.

Pesarlas,

medirlas,

podarlas

de hojas bestias/.

 

Doblarlas por el cuello,

arrastrarlas en el arado y

sembrarlas para que renazcan

con veraz significado.

 

Hacedores de rimadas palabras/

Poetas de nobleza que

diestros las entrelazan,

 a erguir su entereza

cual una roca o una rama fósil

filosa como cuchilla,

hasta que se traguen esas gargantas

las palabras que destripan/

 

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FESTEJO

 

En la primavera de tu cuerpo hay un festejo

de intimidad

que trasvasa las ideas.

     

Actúa en sucesión de reflejos

con la vigilia del respirar inquieto.

Mis ávidas manos descorchan

la botella ante fu frente clara,

ahí donde se golpea el ocaso

cuando nace el alba.

.

Con la palabra tácita

llenamos virtuosas copas de vino

sin rozar sus orillas,

no como esas riberas tuyas

que implican fricción

de arenas doradas.

 

En blancas playas desvestimos la quietud.

del milagro absoluto en hecho real,

se cumple la profecía

que desbarató el reloj,

el minuto camina el atajo del segundo y

la hora es un espacio que no inquiere a la prisa.

 

En este festejo resplandeciente de dicha

dejamos fríos momentos

congelados en el recuerdo.

 

Nos implicados desparramando caricias

en toda la geografía de gemidos.

Éramos amantes del amor idos.

celebrando en silencio persuasivo

las oquedades y prominencias con albricias/

 

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