Tonto orgullo que el corazón ahoga,
convulso sufrimiento en desengaños
que arrojo al viento en mil pedazos.
Con horror contemplo
que aquella agua que fuese espejo;
ha olvidado mi matiz y mi reflejo.
Tonto de mi…
Que en el mar de la envidia
naufraga el alma putrefacta;
donde se posan los insectos
que me consumen de forma voraz,
pero aun así…no tengo miedo.
Es como si nada humano
hubiese vivido en mí,
tan solo una enorme herida
que ha dejado cicatriz.
Los insectos y gusanos
se sirven un rico festín,
no devoran mi carne
se alimentan de mis sueños;
degustan cada idea
y no se si también de sentimientos.
Que triste es tener conciencia
y querer vivir de puros sueños,
ahí se va la vida
y la juventud se fue con ellos;
vivir ya no es vivir,
si se te mueren tus sueños.
Autor: Mario Alberto Portillo López.
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