anbel

Sensaciones soñadas

 

La bella joven, como todos los días, bien entrada la noche, salió de su cueva, y atravesó el bosque lleno de niebla, acompañada de los sonidos de las alimañas que le eran tan habituales. Se cubrió con la capucha de su capa , que enmarcaba un rostro pálido en el que resaltaban unos enormes ojos verdes con unas larguísimas pestañas negras del mismo color que su pelo que llevaba recogido en un moño desordenado del que caían algunos mechones, que el viento agitaba contra su cara y que ella con delicadeza se apartaba. Su caminar era ágil, tanto que junto con su delgada figura en vez de caminar parecía que levitara. Tras caminar un rato llegó a la entrada del pueblo, lo atravesó sin ser vista, aunque en realidad nadie para su pesar podía hacerlo, y se paró ante un edificio no muy alto. El portal estaba cerrado pero con solo poner su delicada mano sobre la cerradura, ésta se abrió. Subió sigilosamente las escaleras hasta llegar a la puerta del piso al que se dirigía y sin pararse ante ella, la travesó como hacía todas las noches y se dirigió a la habitación donde dormía el joven de sus sueños. Tenía un sueño agitado, pero nada más ella acostarse a su lado y besarlo en los labios, su dormir se volvió más placido.

Ella era feliz con estar a su lado, no pedía más y se conformaba con velar su sueño. Sus sentimientos por él eran muy hondos y profundos, pero sabía que él nunca la vería, salvo en sus sueños, y al llegar el amanecer lo dejaría hasta la noche siguiente en que lo volvería a visitar como todas las noches.

Él era un joven solitario de ojos tristes, que hasta ahora había tenido más bien poca fortuna, llevaba una vida rutinaria y ya no le causaba nada ilusión, simplemente veía como pasaba un día tras otro sin que nada cambiara ni sucediera. Pero desde hacia algunas noches algo le estaba ocurriendo y es que en sueños notaba una presencia a su lado que le provocaba paz, esa paz interna de la que carecía, una presencia que lo protegía y con la que se sentía seguro…a veces en sueños veía unos grandes ojos verdes que se lo decían todo…que lo amaban. En una ocasión en que se desveló le pareció ver esos ojos enmarcados en el hermoso y pálido bello rostro de una joven, pero cuanto intentó enfocar más la vista la visión se desvaneció, volviendo a aparecer en cuanto se volvió a quedar dormido. Noche tras noche esto se repetía pero cada vez acompañado de nuevas sensaciones, unos labios que se posaban en los suyos, unas caricias en el pelo, un aliento cálido y fresco en su cuello…Sabia que estaba soñando pero todo era muy real, era su realidad…

Los días y los meses fueron pasando y la tristeza del joven ya no era tal, se enfrentaba al día con entereza e ilusión esperando que pronto llegara la noche en que se quedara dormido para disfrutar de su amada y ver esos ojos verdes que lo embrujaban y ese cuerpo que a él se entregaba sin pedir nada a cambio salvo su amor...Su vida ya era plena, vivía para sus noches y para su realidad soñada...