Día tras día,
hora tras hora
contadas, se suman
las ausencias,
soledades.
Del modo que se juntan
las abejas para
construir panales.
De la forma que las células
se juntan para formar
tejidos y sistemas.
Con la tenacidad
que tejen las arañas,
y las gotas hacen caudales.
Los silencios se unen,
las risas se pierden,
los abrazos se quedan en el aire.
Aumentan los compases
sin notas musicales.
Agotan las velas
la cera
en la espera que hables,
y el pábilo se consume,
en diminutas ascuas,
sin que el teléfono llame.
En las casas,
los niños duermen tranquilos,
y los sueños se sueñan.
Y de día el fragor
de los martillos,
y el bullicio en las calles
se desgasta en ecos cotidianos,
cigarrillos se encienden
y se apagan.
El tiempo
continúa su marcha,
desgastando
todo lo que alcanza.
Aniversarios se cumplen,
enfermedades pasan,
adeudos se cubren, y tú:
callas.
Mira
que no sabemos
cuándo moriremos.
Qué triste desperdicio
qué irreparable pérdida
es el tiempo perdido.