Carlos Fernando

Almanaque

Día tras día,

hora tras hora

contadas, se suman

las ausencias,

soledades.

Del modo que se juntan

las abejas para

construir panales.

De la forma que las células

se juntan para formar

tejidos y sistemas.

Con la tenacidad

que tejen las arañas,

y las gotas hacen caudales.

Los silencios se unen,

las risas se pierden,

los abrazos se quedan en el aire.

Aumentan los compases 

sin notas musicales.

Agotan las velas

la cera

en la espera que hables,

y el pábilo se consume,

en diminutas ascuas,

sin que el teléfono llame.

En las casas,

los niños duermen tranquilos,

y los sueños se sueñan.

Y de día el fragor

de los martillos,

y el bullicio en las calles

se desgasta en ecos cotidianos,

cigarrillos se encienden

y se apagan.

El tiempo

continúa su marcha,

desgastando

todo lo que alcanza.

Aniversarios se cumplen,

enfermedades pasan,

adeudos se cubren, y tú:

callas.

Mira

que no sabemos

cuándo moriremos.

Qué triste desperdicio

qué irreparable pérdida

es el tiempo perdido.