¡Cómo pasan los años!,
Increíble pero real,
hace nada éramos niños
que jugábamos y nos divertíamos sin parar,
el tiempo va dejando sus huellas
pero nos queremos igual.
Te acuerdas cuando los cuatro vivíamos,
tu, yo, papá y mamá
una piña formábamos
queriéndonos cada día más.
Eran bonitos tiempos
de niños que crecen a la par,
yo la niña con fama de buena
tú con la de travieso por demás,
yo la niña estudiosa
y tu inteligente de más,
que cuarenta mil vueltas dabas
a los que te querían enseñar.
Muy pronto nos dejaste,
para tus horizontes ampliar
mientras los de aquí te extrañábamos
y yo te quería aún más.
¿Te acuerdas cuando me hacías rabiar
y tú te reías cuando me esquivabas
queriéndote yo dar?
Pero tú te partías de risa
pues mis piernas nunca te lograban alcanzar,
tu provocándome
y yo que no te quería dañar,
son peleas de hermanos
en las que no se hace ningún mal
rabietas de niños
que no tienen maldad.
Y los años van pasando
y te veo casado ya,
con una mujer que te quiere
y dos churumbeles por los que luchar,
mis ahijados del alma
que adoran a su papá.
¿Te acuerdas de los domingos,
de sus mañanas con papá
en que bajabas a las mazmorras
y llamabas por mamá?..
¿Y de mamá, tu cabeza,
y la barra de pan?...
Mi querido David
¡qué tiempo tan feliz!...
Chiquillos seguimos siendo
con unos cuantos años más
apareciendo responsabilidades
con las que día a día tenemos que lidiar,
otra etapa de la vida distinta
en la que buenos momentos no han de faltar
si nos mantenemos todos unidos
sin dejarnos de ayudar.
Y aunque la distancia nos separe
sabes que con tu hermana puedes contar
que te quiere ya lo sabes,
pues con frecuencia la tienes que frenar
¡Isabelita, no me quieras tanto!,
de tanto cariño que te da.