Raúl Daniel

Amores Caducados


Amores Caducados

(vigintasilabo)

 

“Amores Caducados” son, (y, a pesar de que pensemos lo contrario),

heridas que dejan cicatrices, ¡deslucido y sucio escapulario!,

que perturba nuestro andar y sentir, ¡en permanente reproche diario!,

hasta hacernos delinquir contra nosotros, ¡dándole lugar al diablo!

 

No debemos pensar en esos pretéritos “Amores Caducados”,

no debemos amargarnos más por lo que ya se enterró en el pasado...

Si fue verdaderamente amor, y no mentira, nos habrá dejado

la alegría del tiempo vivido y ¡la dulzura de los besos dados!

 

Amar es de Dios, y: ¡amar es tan lindo!, (creo), ¡cómo no hay otra cosa!,

que el símbolo de él, (reconocido por el mundo entero), son las rosas,

por la intensidad del color, su cautivador aroma, y, ¡otra cosa!:

sus espinas nos son maestras que enseñan ¡que la vida es dolorosa!

 

“Amores Caducados” son, ¡mejor!, ¡deberían ser sólo recuerdos!

que trajesen la sabiduría a merecidas experiencias nuevas,

con belleza y adornándonos ¡cual brillante ropaje que vistiéramos!,

y, así sucederá, si hemos sido en el amor, ¡honestos y sinceros!

 

No es el amor un juego que se deba jugar como niños que fuéramos,

por eso es que muchas veces caduca el amor, ¡y nos quejamos luego!,

y no nos cansamos de llorar, echándole (siempre) la culpa al otro,

cuando el culpable en realidad se encuentra en el espejo, sí, ¡en nosotros!

 

Los “Amores Caducados”, (qué), no nos dejan crecer... ni ser... ni hacer...

¡qué ya no sirven absolutamente para nada! (ni dan placer),

que no nos dejan vivir hoy, mucho menos el futuro, (¡qué fue ayer!),

que nos tienen amarrados a un pasado ¡qué jamás ha de volver!

 

Estos amores no merecen poesía, (¡salvo si es constructiva!),

salvo si a alguien le sirve para algo o le deja una enseñanza de vida,

mas, si no sirvieron cuando existieron, ¿de qué, ahora que ya murieron?,

¿acaso puede alguien sentir, (gozar), mientras sus labios besan recuerdos?

 

¡Por favor!... Ya no engañemos más a nadie, y ¡menos a nuestro intelecto!,

¡qué el amor es la vida compartida, valores y mucho respeto!,

¡porqué el amor verdadero no caduca, no se muere, no envejece!,

¡porqué al amor verdadero no lo voltean los vientos!... ¡siempre vence!

 

¡Deja entonces de llorar!, poeta, y de hacer esos versos inspirados

en un amor que sólo es dolor, que arruina tu presente y tu mañana,

que profundiza raíces de amargura ¡en el fondo limpio de tu alma!,

deja de cantar a ese “No Amor”, ¡que es como debería ser llamado!