¿Te acuerdas mamá
de aquellos momentos gratos
que con tus abrazos
me daban felicidad?
A mi temprana edad
al llegar de la escuela
me dabas tu sonrisa bella
de modo innato,
y nunca me faltó,
tu cálido abrazo.
En mi adolescencia,
ante mis fracasos,
siempre tú a mi lado
me hacía sentir confiado
entre tus abrazos.
En mi vida adulta,
de manera inconsulta,
estuviste presente;
mis éxitos celebraste
y jamás me negaste
tu abrazo de siempre.
Cada etapa de mi vida
las tengo grabadas
junto a tus genuinas
y fuertes abrazadas.
Pero ahora mamá
siempre me percato
que ya no me das
tu fuerte abrazo.
Yo te lo doy emocionado
pero el tuyo es desganado,
ya no lo siento igual
ni es tan especial
como el acostumbrado.
¿Serás que te has cansado?
sabes que de todo me percato
¡vamos mamá!
venga ese abrazo
que yo en el acto
te abrazaré más.
Alejandro J. Díaz Valero
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