LIZ ABRIL

CORAZÓN ROTO

Los ojos fijos en un punto invisible,
los brazos caídos al lado del cuerpo,
un mechón de cabello tapa su frente,
una lágrima al rostro cae en silencio.

 

No siente las manos de tanto apretarlas,
le duelen los labios de tanto morderlos,
las palabras no sirven... hay que callarlas...
¡morderlas con rabia casi como un perro!

 

Antes lo quería... ¡fue hace tanto tiempo! 
hoy era difícil recordar sus besos,
al amor lo había suplantado el miedo, 
trepándose por su piel y por sus huesos.

 

Y allí estaba él, ¡se creía tan valiente!
tan altivo, tan soberbio y poderoso,
el guerrero de una guerra inexistente...
convertido de repente en un coloso.

 

Repitiendo palabras que ella no entiende,
aunque las pronuncie mil veces a gritos
o con ese tono de franca ironía...
que pretende tapar ese odio infinito.

 

Con la vista fija en un punto invisible,
las lágrimas llenan sin pudor sus ojos,
pero sus músculos están entumidos,
porque en el pecho su corazón se ha roto.

 

Cuando pueda luego juntar los pedazos ...
tal vez pueda también extender las manos...
apartar las lágrimas de un manotazo...
limpiarse la sangre seca de los labios.

 

Y de una vez... de una vez y para siempre
dirigir sus pasos hacia aquella puerta,
alejarse al fin del odio y de la muerte...
porque está latiendo la vida allá afuera.