Sus ojos me observaban con aquella pasión que en ella desbordaba,
sus brazos me abrazaban cubriéndome de aquella noche tan hermosa,
sus labios me decían que nunca jamás por otros besos me dejarían,
y una lagrima por su mejilla, encontraba en aquellas frases una total melancolía...
Era en aquella mañana, cuando sentí la ausencia de tu piel sobre mi almohada,
era en aquella mañana, cuando el dulce trinar de las aves fueron sonatas que desgarraban mi alma,
era en aquella mañana, cuando un te amo desaparecía en el umbral de esta fatal felonía,
y era justamente antes de esta mañana cuando nuestros cuerpos apasionados gritaban el cuanto se amaban...
Tal vez fue el anochecer hiriente, tal vez fue el decirte que te querría por siempre,
o fueron las míticas promesas de amarte, como lo he hecho y haría intrépidamente,
tal vez fue el intrépido desamor, que supo desafiar mis más ardientes instintos de amor,
o es que simplemente fuiste presa del engaño, engaño que dejaste entre otros brazos...
Aun no sé el porqué de tu partida, aun no sé porque me dijiste que por siempre te tendría,
la herida que mantengo no deja de sangrar, y el lenguaje que conozco en lágrimas ha de terminar,
la suave sensación que acurrucaba mis penas, ahora son forjadas en dolor sobre mi cabeza,
aun desconozco el porqué de tu huida, sin abrazos, sin besos, sin tener una melodía...
Ahora solo se que desde que te perdí,
no me queda más descanso que el de renunciar a lo que alguna vez entendí,
ahora solo quiero retomar aquellos sueños,
en donde aun eres tú la princesa de mis anhelos deseos...