Omar Garzón Pinto

ENTRE BAMBÚES...

Yo te escribo en las hojas, en las calles, en el viento, en las huellas de los gatos, en la ruta de las nubes, en la forma de las aguas, en el diminuto mundo que se encierra en cada charco, en las grietas del tiempo, en las paredes de una iglesia y en las hostias del domingo; en las aletas de un pez globo, en la figura de los astros y de los billetes de cincuenta, en el vuelo de los pájaros, en el tronco de los árboles, en cada una de sus sombras y en los versos que nadie se imagina yo te escribo.

 

Yo te canto en la puerta de mi casa, en el camino hacia al trabajo, en la ruta de la seda del gusano hacia el capullo, en el tráfico de la mañana, en la hora de la cena, en la cadena que el reloj pone en mi cuello, en el carrito de mercado, en el baño cuando estoy sentado y no tengo un periódico a la mano, en la luz de la ventana a media noche, en la ducha cuando el Sol viene de África y si el agua está muy fría, aún más fuerte yo te canto.

 

Yo te pinto en el gesto de un payaso, en la sopa de fideos, en el libro de los Guiness Record, en las puertas de los baños de los centros comerciales, en la cara de la Luna, en los vitrales de la misma iglesia en donde te escribo -para algo deben servir las iglesias- en la libetad que no tenemos, en el tallo de las flores, en los ojos de los cuervos, en la yema de mis dedos y en mi rostro frente al agua; en la ruta del cangrejo, en el pico de las olas y de los pájaros también;en el almanaque Bristol, en la protituida democracia, en la crema de los dientes, en un afiche en medio de Janis Joplin y Jimmy Hendrix, en el techo de la Tierra yo te pinto, porque el mundo está al revés: a Dios nadie lo escucha, la paz es un golpe seco, Bukowiski ya murió, la iglesia todavía manda y pocos escuchan al viento hablando.

 

En estas circunstancias, todos están jodidos menos aquellos que leen a Dante, menos aquellos que escuchan Thedoors, menos auqellos que adoptan un gato, aquellos que juegan con niños y aquellos que tienen un cohete para ir a Marte. Todos están jodidos, menos yo que aún puedo escribir tu nombre, cantar tu rostro, pintar tu cuerpo.